1. El cuerpo y el alma están en perpetuo combate.
2. El cuerpo pertenece a lo material, lo más bajo, mientras que el alma viene de una dimensión muy elevada y profunda, de Dios.
3. El alma desea alcanzar el éxtasis espiritual, pero el cuerpo se le opone.
4. En un principio, cuerpo y alma estaban unidos. Pero fue la transgresión (pecado, error en el cosmos) lo que hizo que naciera la consciencia dual y egoísta.
5. Nuestro verdadero “Yo” fue creado en unidad (ejad) con Dios. El pecado nos divorcia de nuestro plan divino.
6. Hoy día nuestra vida está dividida en dos: Un alma que anhela elevarse hacia las dimensiones superiores, y un cuerpo hambriento por lo material.
7. El cuerpo es un guerrero muy agresivo capaz de dominar todos los elementos de este mundo. Pero la materia necesita de la consciencia del alma, pues un cuerpo sin alma carece de visión y propósito en este mundo. Peor aún, un cuerpo sin alma solo es un cadáver.
8. El cuerpo es un recurso, un instrumento, un vehículo necesario para que el alma pueda cumplir su propósito en esta dimensión física. Pero debemos tener presente que es el alma quien dirige al cuerpo, y no el cuerpo al alma.
9. La mayoría de nuestros problemas radican en la falta de consciencia, el desconocimiento de nuestra verdadera identidad. No somos cuerpos, somos almas. El cuerpo solo es un estuche, y por supuesto hay que cuidarlo, guiarlo y ser indulgente con él. El cuerpo es como un niño al cual no se le pueden conceder todos sus caprichos.
10. El alma se santifica y el cuerpo se purifica. El alma necesita ser desafiada por el cuerpo, y el cuerpo a su vez es refinado por el alma.
11. Cuando cuerpo y alma se ayudan entre sí, entonces pueden revelar una gran luz capaz de reparar este mundo.
12. ¿Nuestra meta? Restaurar la armonía entre cuerpo y alma.